viernes, 31 de julio de 2015

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astronauta

El mes pasado Alex Garbino estuvo en Uruguay. Nadie sabía que este joven flaco y alto compartía amistad con un astronauta que se encontraba entrenando para vivir durante seis meses en la Estación Espacial Internacional y que él mismo llevaba en su haber un extenso currículum que le daba (y le da) grandes chances de ser el primer uruguayo que acceda a un lugar de los escasos cinco o seis que la NASA abre cada cierto tiempo para renovar su cuerpo de astronautas.



Nació en este rincón del Río de la Plata pero hoy vive en el corazón de las misiones espaciales, en Houston. Físico y médico de urgencias, es buzo, paracaidista, piloto e integrante de una asociación de médicos espaciales que asesora en las misiones. Tiene 32 años.
Cuando tenía 12 años el uruguayo Alex Garbino viajó a la NASA y cursó una suerte de taller sobre lanzamientos al espacio, naves espaciales y astronautas. Entonces, su familia ya se había trasladado a Suiza desde Montevideo.
Fue la primera vez que vio unidas en una misma profesión dos actividades que ya por entonces lo apasionaban: volar y bucear. Hijo de padre y madre médicos, Alex encontraba en sus tíos maternos una forma de vida que lo cautivaba. Uno de ellos volaba avionetas con publicidades sobre las playas de Maldonado. El otro buceaba en busca de barcos hundidos en el Río de la Plata.
Con el correr de los años fue alimentando la idea de que ser astronauta podía ser un modo de bucear en el aire.
El tiempo pasó; de Suiza volvió a emigrar hacia Houston, se casó con su novia (italiana) y empezó a estudiar Física como primer paso hacia una carrera vinculada al espacio. Entonces, se dio cuenta que la Física por sí sola le resultaba demasiado abstracta y que necesitaba integrarla con la carrera de sus padres. Comenzó Medicina.
Sus intereses profesionales se fueron integrando cada vez más y hoy es físico, doctor en medicina y ciencias, especialista en atención de urgencias y estudiante, en la NASA, de una especialización en medicina aeroespacial.
Cuando la termine, dentro de dos años, será uno de los expertos sentados en largas mesas y vestidos de azul ante una enorme pantalla. Junto a sus compañeros deberá ayudar cuando un astronauta diga Houston, we have a problem a bordo de la Estación Espacial Internacional.

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