astronauta
El mes
pasado Alex Garbino estuvo en Uruguay. Nadie sabía que este joven
flaco y alto compartía amistad con un astronauta que se encontraba
entrenando para vivir durante seis meses en la Estación Espacial
Internacional y que él mismo llevaba en su haber un extenso
currículum que le daba (y le da) grandes chances de ser el primer
uruguayo que acceda a un lugar de los escasos cinco o seis que la
NASA abre cada cierto tiempo para renovar su cuerpo de astronautas.
Nació en este rincón del Río de la Plata pero hoy vive en el corazón de las misiones espaciales, en Houston. Físico y médico de urgencias, es buzo, paracaidista, piloto e integrante de una asociación de médicos espaciales que asesora en las misiones. Tiene 32 años.
Cuando tenía 12 años
el uruguayo Alex Garbino viajó a la NASA y cursó una suerte de
taller sobre lanzamientos al espacio, naves espaciales y astronautas.
Entonces, su familia ya se había trasladado a Suiza desde
Montevideo.
Fue la primera vez que
vio unidas en una misma profesión dos actividades que ya por
entonces lo apasionaban: volar y bucear. Hijo de padre y madre
médicos, Alex encontraba en sus tíos maternos una forma de vida que
lo cautivaba. Uno de ellos volaba avionetas con publicidades sobre
las playas de Maldonado. El otro buceaba en busca de barcos hundidos
en el Río de la Plata.
Con el correr de los
años fue alimentando la idea de que ser astronauta podía ser un
modo de bucear en el aire.
El
tiempo pasó; de Suiza volvió a emigrar hacia Houston, se casó con
su novia (italiana) y empezó a estudiar Física como primer paso
hacia una carrera vinculada al espacio. Entonces, se dio cuenta que
la Física por sí sola le resultaba demasiado abstracta y que
necesitaba integrarla con la carrera de sus padres. Comenzó
Medicina.
Sus intereses
profesionales se fueron integrando cada vez más y hoy es físico,
doctor en medicina y ciencias, especialista en atención de urgencias
y estudiante, en la NASA, de una especialización en medicina
aeroespacial.
Cuando
la termine, dentro de dos años, será uno de los expertos sentados
en largas mesas y vestidos de azul ante una enorme pantalla. Junto a
sus compañeros deberá ayudar cuando un astronauta diga Houston, we
have a problem a bordo de la Estación Espacial Internacional.
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